LANGOSTAS
LANGOSTINOS
Es un crustáceo decápodo. Pertenece al suborden Reptantia. Vive en fondos rocosos no demasiado profundos y normalmente de menos de 100 m. escondida entre las rocas. Raramente puede encontrarse en fondos pedregosos. Están emparentadas con los Cangrejos de río.
A pesar de su apariencia pesada es
capaz de nadar gracias a las potentes contracciones de su cola
fuertemente musculada. Esta es la parte que la hace muy apreciada
gastronómicamente.
De hábitos nocturnos, la langosta es muy voraz y se alimenta de todo lo que encuentra, aunque sus preferencias se centran en poliquetos, crustáceos, moluscos, algas, restos orgánicos y gusanos. Destaca el hecho de que es capaz de romper las duras conchas de los bivalvos, pese a carecer de pinzas.
Cuando la langosta crece, debe mudar el duro caparazón calcificado que la recubre, (esta operación la realiza varias veces a lo largo de su vida). Es precisamente cuando se desprende de su vieja armadura que el animal es muy vulnerable, puesto que el nuevo caparazón no se endurece hasta al cabo de unas horas. Este exoesqueleto es, a menudo, devorado por la langosta para reponer así las reservas de calcio de su organismo.
La langosta emplea sus largas antenas para ahuyentar a sus enemigos, interponiéndolas entre ella y el intruso. También las usa para conocer su entorno inmediato mediante el tacto, una habilidad necesaria en las condiciones de baja iluminación típicas de las grietas y agujeros en los que vive.
Durante su migración o viaje, las langostas forman una fila tocando con las antenas la cola de la langosta de enfrente. Las langostas pueden formar filas de hasta 100,000 individuos, la fila tiene la apariencia de una anguila o serpiente gigantesca. Si un animal atrevido intenta atacarlas, las langostas forman un círculo con la cola hacia el centro y todas sus espinas hacia fuera.
El nombre del género Palinurus evoca al timonel de Eneas (un príncipe de la antigua Troya) que, según cuenta la leyenda, se quedó dormido en la barra del timón y cayó por la borda al mar.
De hábitos nocturnos, la langosta es muy voraz y se alimenta de todo lo que encuentra, aunque sus preferencias se centran en poliquetos, crustáceos, moluscos, algas, restos orgánicos y gusanos. Destaca el hecho de que es capaz de romper las duras conchas de los bivalvos, pese a carecer de pinzas.
Cuando la langosta crece, debe mudar el duro caparazón calcificado que la recubre, (esta operación la realiza varias veces a lo largo de su vida). Es precisamente cuando se desprende de su vieja armadura que el animal es muy vulnerable, puesto que el nuevo caparazón no se endurece hasta al cabo de unas horas. Este exoesqueleto es, a menudo, devorado por la langosta para reponer así las reservas de calcio de su organismo.
La langosta emplea sus largas antenas para ahuyentar a sus enemigos, interponiéndolas entre ella y el intruso. También las usa para conocer su entorno inmediato mediante el tacto, una habilidad necesaria en las condiciones de baja iluminación típicas de las grietas y agujeros en los que vive.
Durante su migración o viaje, las langostas forman una fila tocando con las antenas la cola de la langosta de enfrente. Las langostas pueden formar filas de hasta 100,000 individuos, la fila tiene la apariencia de una anguila o serpiente gigantesca. Si un animal atrevido intenta atacarlas, las langostas forman un círculo con la cola hacia el centro y todas sus espinas hacia fuera.
El nombre del género Palinurus evoca al timonel de Eneas (un príncipe de la antigua Troya) que, según cuenta la leyenda, se quedó dormido en la barra del timón y cayó por la borda al mar.
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